Y somos de ahí, somos de ese inmenso cielo, de esa noche
profunda que no tiene fin.
De ese faro en la punta del Morro que nos guía, nos
nutre de su luz para que cuando estemos lejos de casa nos sintamos protegidos y
libres al fin.
Soy tu luna y tu eres mi sol y justamente ahora el amor que
sentimos y vamos a sentir hasta el fin de nuestras vidas se eclipsará con ese brillo en el
cielo.
El mar es nuestro consuelo, nuestra historia, nuestra infancia, donde
cada ola que pasa nos llena de nostalgias que van nadando hasta el cielo.
Ambos crecimos
y vivimos el mismo camino donde el camellón era uno de ellos.
La brisa, la arena y las rocas de los cerros son la fuerza que tenemos en el pecho y el reflejo en los ojos, vinimos de la magia y del encanto de muchos atardeceres, de sueños anhelados y de momentos que se enlazan con nosotros y es nuestro secreto, que ni los pájaros ni los peces han sabido jamás pero que solo tu y yo hemos sentido, mirando el Morro aquella noche tan profunda y misteriosa como somos nosotros en la Bahía de Santa Marta.
La brisa, la arena y las rocas de los cerros son la fuerza que tenemos en el pecho y el reflejo en los ojos, vinimos de la magia y del encanto de muchos atardeceres, de sueños anhelados y de momentos que se enlazan con nosotros y es nuestro secreto, que ni los pájaros ni los peces han sabido jamás pero que solo tu y yo hemos sentido, mirando el Morro aquella noche tan profunda y misteriosa como somos nosotros en la Bahía de Santa Marta.